sábado, 8 de septiembre de 2012

Palabras de Mons. Mario Mestril Vega al terminar la procesión con la imagen de la Virgen de la Caridad.



Ciego de Ávila, Diócesis de Ciego de Ávila, 8 de septiembre.

Como un acto de devoción y para manifestar nuestro amor a la Madre Santísima de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, hemos peregrinado a lo largo de nuestras calles expresando nuestra fe cristiana.

Para el judío no había dicha más grande que peregrinar a Jerusalén, la ciudad santa, al menos una vez en la vida. Lo mismo sucede con los mahometanos. Poder visitar la Meca, lugar sagrado por excelencia, es toda una aspiración. Para el cubano, poder peregrinar al Cobre, allí donde está Cachita, es un anhelo y una meta. Y es que, peregrinar manifiesta el deseo que todos tenemos de encontrarnos con Dios, con el misterio, con lo sagrado. Ahora a través del velo de las cosas creadas, al final de nuestra existencia terrena, lo haremos sin intermediarios, cara a cara.

Hay en la Biblia dos ejemplos de peregrinación elocuentes de los que debemos aprender nosotros. Uno es el de Moisés, que peregrina al monte Sinaí para encontrarse con Dios. Allí hace una experiencia de fe y por eso la Escritura lo llama el amigo de Dios.

La otra peregrinación es la de la Virgen María que va donde su parienta Isabel que en su vejez ha concebido un niño. No solamente para compartir su alegría, sino también para ayudarla. Y por eso, Isabel la llama bienaventurada, porque ha creído.

Que estos dos ejemplos, el de Moisés y el de la Virgen María nos sirvan de inspiración en este año jubilar del hallazgo de la imagen de la Caridad en la bahía de Nipe. Que nos pongamos en camino como Moisés en la búsqueda de Dios y que al final del camino nos encontremos con Él. Y que, como María, estemos siempre dispuestos a compartir con los demás lo que hemos encontrado en la fe y nuestra ayuda desinteresada.

El Señor que nos ha bendecido con el regalo de la Virgen de la Caridad, traiga la paz y la reconciliación a nuestro pueblo y derrame sobre todos ustedes  el gozo y la esperanza que viene de lo alto.

Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo
Descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. Amen.

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